El plan era sencillo: esperar al deshielo de las montañas del mes de julio y pasar una semana fotografiando los rincones de este increible paraje de Islandia. Nos inquietamos un poco con el asunto del volcán Grimsvötn de finales de mayo, ya que los billetes estaban comprados desde Noviembre del 2010. Sin olvidar que ya en abril, el volcán Eyjafjalla la lió parda. Le habría dado tiempo a la naturaleza a borrar las secuelas de las erupciones ene estos meses ? Habría restos de cenizas por todas partes ? Podríamos hacer las fotografías que nos habíamos imaginados en este nuestro tercer viaje a Islandia ?
El vuelo.
Bueno, ya veremos. En esta ocasión el viaje se construyó por partes y no se cayó en la cuenta de que en Londres hay cuatro aeropuertos. E hicimos uso de los tres principales, ya que el de London City parece que es para aviones pequeños y de cías aéreas bandera. Nosotros volábamos en low cost y aeropuertos periféricos. Pues lo dicho, que llegábamos a Stanted con EasyJet y continuábamos por Gatwick con IcelandExpress. Y ya puedes disponer de tiempo, porque el autobus tarda 3 horas y cuesta 75 euros por persona. Y si cae en día y horario escolar hay que ir con tiempo, porque cruza por la mitad de todas las poblaciones. Sorpresa !
Comentar que en cuanto me sea posible me haré la cola para hacerme el nuevo pasaporte de chip, porque te saltas todas las colas de control de pasaporte. llegas, pones tu pasaporte, una foto y se abre la puerta de la frontera. Listo. En mi fila había como 100 personas. Y visto que cada vez hay más controles y que te juegas la conexión, no hay duda. A hacer una vez la cola en la oficina de la policía española y ninguna más.
Como siempre con aventuritas en los aeropuertos. Señorita, creo que no me ha dado el asiento que tenía reservado . Pero si hemos pagado por asegurarnos una plazas en concreto. Pues yo creo que no, esta cía aérea ni siquiera reserva asientos. Se sientan ustedes donde quieran. Glub.
Llegados a Gatwick, aún teníamos que esperar unas horas, así que aprovechamos para comer algo y aún nos dio tiempo para echar una cabezada. Mala idea. Cuando llegamos a los mostradores de facturación creíamos aún ser los primeros en llegar. Error. Los últimos y a punto de cerrar la facturación. Carreras para llegar a la puerta. Y antes, el control de seguridad. Tiempo estimado según la autoridad aeroportuaria: 15 minutos. Glup.
Carrera, larga, muy larga. Y nadie en el camino. Nadie. Llegamos a la puerta de embarque y sólo encontramos al personal en el mostrador. Sin aire en los pulmones pregunto si van a poner un autobus y me mira con cara de sorpresa. Siéntese y espere. Retrocedo y pienso que no me ha debido entender. Cómo que espere ? Si vamos a perder el avión. Ah no ! Perdón, que no me he debido expresar. Va a haber algún otro autobús para ir al avión ? Me vuelve a mira con cara de no entender mi pregunta y me informa que soy el primero en llegar. Eh ? Esta mujer me deja en tierra. A punto de volver al ataque, aprecio que empiezan a llegar, corriendo y con cara de «no me dejen atrás» más y más gente. Mejor sentarse. Y siguen llegando. Está claro, han cambiado la puerta de embarque y la gente llega resoplando. No aprendemos.
Lo que si que recordaba es que hay que hacer buen acopio en el duty free antes de de salir con las maletas. Una sustancial diferencia en el precio del vino y de la cerveza, que sólo se expenden en los Vinbudin (THE STATE ALCOHOL AND TOBACCO COMPANY OF ICELAND), casi un 30% menos.
La llegada.
La llegada también fue de traca. La llegada estaba estimada a las 00:30, es decir, al día siguiente y habíamos pagado un adicional porque nos llevaran el coche al aeropuerto. Sin embargo, en el papel que traíamos ponía que habíamos de llegar el día en curso, es decir que podría ser que nos hubieran ido a buscar esa madrugada, cuando aún disfrutaba del calor de mi cama. Efectivamente. Allí no había nadie y por fortuna la señora que atendía el mostrador de información nos dio las claves. Coged un taxi hasta Njardvik que están abiertos las 24 horas. Están cerca, unos 7 km. No es cuestión de dudar. Son casi la 01:00 am. Llegamos al lugar. Resultó se un Fit Hostel/Guesthouse (hab.doble 7500 isk). Se anunciaban como los más económicos en el alquiler de 4×4, en base a vehículos bien mantenidos de unos diez años de antigüedad. Aqui hay que diferenciar entre un 4×4 y un todo terreno. Un 4X4 tiene la misma utilidad que un SUV en casa. Un todo terreno no se puede pagar. El nuestro, con 10 añoz, era unos mil euros más barato que un 4×4 nuevo. Resultó ser un Nissan Terrano azul. Lo primero que vemos es un bocado en el asiento del conductor del tamaño de unos 20 cm de largo y unos 10 de ancho y fondo. Empezamos bien. La puerta del copiloto no se abre. Ejem. Finalmente acaba abriéndose. Por lo demás conforme. Los asientos traseros se abaten, pero hay toneladas de pelos de perro de edad indeterminada. No es hora de reparos. No debemos preocuparnos de los arañazos, sólo de las roturas de faros y parabrisas. Nada de cruzar «rivers», sólo «streams»; sólo que hay saber la diferencia entre uno y otro. Así que recogemos el coche y nos vamos a buscar donde dormir. Son las 02:00 am GMT, es decir 04:00 hora de casa y es hora de dormir. Como de costumbre, noche de hotel. En las proximidades del aeropuerto. Ducha y cama. Por hoy esta bien.
El día comienza con la logística habitual. Parada en supermercado y compra. Los precios más elevados que en casa. Pero el surtido de verduras y frutas es impresionante. Se aprecia no obstante su paso por cámaras frigoríficas. Alrededor del 78% del suelo de Islandia es improductivo, y sólo el 1% de la superficie se utiliza realmente para el cultivo. En zonas de aguas termales se cultivan verduras, flores y frutas tropicales para el consumo interno en invernaderos con calefacción de agua caliente de los manantiales. Pero no les falta de nada.
Como en el coche no queremos dormir por higiene, compramos dos colchonetas para el suelo de la tienda, nuestra Helsport Hardanger, una magnífico modelo que ya no se fabrica. 2,4 kilos de peso total y espacio más que suficiente para dos personas y sus mochilas. Se monta primero el doble techo y luego el interior, lo cual es importante en determinados climas y aguanta mucha lluvia. Sólo tiene una pega, el recinto interior tiene un techo bajito para mi standard. si sólo hubiera sido 10 cm más alta. En cualquier caso, soltando la cabecera del recinto interior se puede estar muy confortablemente. Lo más parecido que fabrican ahora es laRondane Light 2. La resistencia al viento, granizo y lluvia torrencial está comprobada.
Un rescate inesperado.
Una vez pertrechados enfilamos nuestro destino por la y nos pasamos el cruce. Así que decidimos atajar por una carretera secundaria que figura en el mapa que nos enlazará con la 26. Sabemos por el aviso que hay en el comienzo de cada una de estas pistas que habrá que vadear. Nos arriesgamos, porque siempre hay tiempo de dar la vuelta. Y efectivamente, una hora después tuvimos que dar la vuelta. Esto no era un «stream». Esto es un «river».

2011©isabeldiez
Y entonces fué cuando la liamos. Había que volver a cruzar un paso que no parecía complicado y acabamos enterrando el coche el arena. Este es el preciso momento en que el coche se atasca. Parece increíble, pero con cada intento de sacarlo, la cosa se pone mucho peor y acabamos fuera de la rodada y con las ruedas traseras hundidas en limo. Justo debajo de esta arena que veis, hay hielo, de ahí las manchas oscuras de la arena. Bien, tenemos un problema y algo serio, porque no hemos visto a nadie a lo largo del día. Bueno, dos quads a lo lejos. Y ahora ? Y volvió a ocurrir el milagro; aparece por encima de la loma un todo terreno monstruoso con ruedas de tanqueta. No hizo falta decir gran cosa, se nos debía ver la cara de pobrecitos en apuros. Se trataba de un taxi todo terreno de 6 pasajeros que se ofreció a ayudarnos. Sacaron un estrobo del maletero y nos remolcaron fuera del bache. Muy agradecidos, que es de bien nacidos, les ofrecimos nuestra mejor botella de vino, un Raimat Cabernet Sauvignon 2004, comprado en el duty free del aeropuerto. Aún no me había percatado de que se trataba de un taxi y no sabía a quien ofrecerle la botella. Todos me miraban sorprendidos, nadie se ofrecía a recibirla, dando por descontado la ayuda prestada. El más comunicativo me indicó al conductor. Al fin y al cabo él me había sacado. El conductor rechazó la botella, no se bien si por vergüenza, ya que el estaba contratado o porque no le gustaba. Cuando parecía que la botella iba a quedar huérfana, pregunté si tal vez no les gustaba el vino, pero el mayor de todos, que no quitaba ojo del ir y venir de la botella, no tardó en ofrecerse como nuevo padrino. Espero que la hayan disfrutado. Que suerte tuvimos.
Regresaríamos por donde habíamos venido y calculamos llegar a Landmannalaugar sobre las 10:00 de la noche. Serían 3 horas de conducción, pero por carretera asfaltada.
Y poco a poco el tiempo iba empeorando. El viento, omnipresente desde la llegada al país, iba arreciando. En el interior del coche se puede masticar el polvo y todas las toberas y ventanas están ya cerradas. De hecho, la ventana del copiloto trasera ni siquiera funciona. Tampoco funciona el ex-encendedor o conexión con la batería, así que no podremos cargar las baterías de la cámara, ni escuchar el ipod con la radio. La cual se sujeta con un trozo de papel para evitar caer con el traqueteo de la pista. Los amortiguadores de primera.
Me hubiera gustado haber grabado un video de los remolinos y de los frentes de nubes de polvo que se formaban y avanzaban por la explanada como olas.
Al viento le acompaña ahora la lluvia.
Comienza a gotear desde el techo solar. Me cae en la mano, sobre la palanca de cambio. Por lo menos no me cae en la cabeza. Mejor cruzar el río ahora y poner la tienda. No hubo mucho problema en cruzarlo, porque el tubo de escape tiene una inclinación suficiente a modo de sifón. Los todoterrenos simplemente tienen snorkels. Pero impone notar el empuje del agua desde un lateral del coche.
Montamos la tienda muy próximo al coche, en una zona de piedras suficientemente elevada como para evitar que la lluvia inunde los bajos de la tienda.
Y después de tanto esfuerzo que mejor que un pequeño homenaje. Cigalas a la plancha y arroz a la marinera . Beronia Crianza 2008. Cocinado en el asiento trasero del coche, un lugar que se convertiría en lugar de estancia, secadero de ropa, salón de juego de cartas y cocina durante los siguientes días. El día que mejor tiempo hizo sólo llovió. El resto de días, llovió, hizo frío y soplo mucho viento. El problema es que hay una cortina gris de agua y los cielos son igualmente grises, sin interés alguno. No obstante, hicimos la ruta del Skalli, sin poder completarla por una pala de hielo. Se podía sortear, pero la niebla iba en aumento y la vuelta es de las más largas. Una de las guías del refugio hacía el camino para comprobar el estado y decidió no cruzar la pala. La inclinación era importante. Al día siguiente nos comentó que el resto del camino lo hizo entre nieblas.
Pérdida del enfoque
Si bien mantuvimos el buen humor, al segundo día de lluvia pensamos que tal vez, en alguna otra zona, el tiempo podría no ser tan monótonamente gris, con cielos más dramáticos. Al fin y al cabo había otros lugares de nuestro interés y el pronóstico era de lluvia segura en los próximos días. Tal vez el jueves podría mejorar. Finalmente recogemos y decidimos ir hacia el norte. Salvo que el coche no tenía batería. Cero. No arrancaba. Afortunadamente se ofrecen los vecinos a empujar y arrancamos. Nos dirigimos a Hveravellir, hacia el norte ya que la lluvia viene del sur-este y hacemos una parada en Geysir, para comer y llenar el tanque. Seguía lloviendo y sin embargo el lugar estaba abarrotado. Tampoco íbamos a dejar pasar la ocasión de ver esta maravilla natural.
Y al final no llegamos a repostar en Geysir. Según la guía de carreteras del 2011, en Hveravellir hay una gasolinera. Pues no era del todo cierto. Existe una, gestionada por el albergue – camping – centro de información y único establecimiento turístico en aquel páramo, en régimen de «suministro en caso de emergencia». Lo que significa que es más cara. Con un cuarto de tanque y 90 kilómetros hasta la más próxima, podríamos pasar sin repostar, pero mejor no apurar y lamentar. A partir de este momento, llenamos el tanque cada vez que vamos a hacer un tramo de pista.
En la cabaña escucho a otro viajero comentar que vienen del norte horrorizados del viento y la lluvia. Y como aquí mismo prosigue la lluvia y el viento, decidimos probar hacia el sur. Nos dirigimos a Vik. Tal vez en la costa haya tiempo de cambio.
Paramos en Selfoss, en la biblioteca pública, para consultar el pronóstico del tiempo en internet y nos da relativamente bueno para los dos días siguientes. Esto es, que no indica nubes con tres gotas negras, sino nubes con dos gotas grises e incluso nubes y claros. Los pronósticos se dan para la mañana, mediodía, tarde, noche. Aquí el tiempo cambia rápido y los pronósticos son poco fiables. Decidimos seguir hacia Vik, un poco vencidos por las circunstancias. El camping de Vik es muy recomendable y con duchas gratis (Landmannalaugar 500 isk, hay máquina para cambiar billetes en monedas ). Las instalaciones muy bien atendidas. No aceptan tarjetas de crédito. Y hay una cocina-comedor comunitaria muy amplia donde estar mientras llueve. Sigue lloviendo. Las gaviotas, araos, ostreros y frailecillos que anidan en los acantilados de la costa y en las paredes en la cabecera del camping sobrevuelan el camping. La marea está alta y no se puede acceder a las rocas de los acantilados. Esto no va bien. La decisión es clara. Hemos venido a fotografiar Landmannalaugar y si no se puede, no se puede, pero allí hemos de estar. A primera hora regresaremos. Sigue lloviendo, pero ya no sopla tanto viento. La gotera ya se ha desplazado y ahora me cae sobre la cabeza. Bocazas.
Vuelta a la senda
El día promete. Por si acaso, parada en el Vinbudin. Dos días más refugiados en el coche, pase, pero por lo menos bien atendidos. El tiempo mejora por zonas, en otras sigue lloviendo.
Llegamos sobre las dos de la tarde y no perdemos tiempo. Aparcamos en la carretera y subimos Sudurnamur con la intención de regresar por el Laugahraun. Pero el viento no nos deja pasar el punto más alto. Sopla muy fuerte. Los que bajan haciendo la ruta contraria vienen espantados, «terryfing weather».
Sólo nos queda día y medio. Al día siguiente subiremos el Blahnúkur y la mañana del último día volveremos a subir el Brennisteinsalda y avanzaremos hasta Hrafntinnusker, que es el camino de salida pedestre hacia el sur. Sigue lloviendo, pero con paradas y claros.
Sólo hay que tener paciencia y aguantar el viento y el frío sin desmoralizarse. La sensación de la última mañana era que había llegado el otoño. Y sin embargo al día siguiente sería 01 de agosto. Aún estábamos en la mitad del verano.
Pronto colocaré más fotos en la galería de mi web.
Y a seguir soñando con más viajes e imágenes…